sábado, 22 de mayo de 2010

You´re so cold

LLegué a Chiclayo ayer en la tarde. Me recibieron un viento helado y un tráfico caótico, pero no me molestaron en lo absoluto. Me gusta esta ciudad porque tiene de todo (y a mi me gusta tener varias opciones). De camino al paradero para irme a mi casa, las luces de los autos y las bufandas y abrigos que pasaban a mi costado trataban de decirme algo, pero yo no caía en cuenta. No fue hasta que recosté mi cabeza en la ventana del bus que escuché a la ciudad hablándome:

¿Sigues sintiendo frío? ¿Después de todos estos años?

Si pues, un poco (y sabía que no estaba hablando del clima). Chiclayo es la ciudad de mis ex. Mis relaciones mas complicadas y one-night-stands mas conspicuas han tenido como escenario las calles, las playas, las casas, y los hoteles de Chiclayo (aún habiéndome mudado a otra ciudad ya hace buen tiempo). Uno siempre regresa a la tierra que lo vió iniciarse sexualmente. Asi debería ser el refrán, y creo que esta ciudad me conoce mejor que yo. Sabe que aún me siento solo cuando voy con mi perro a la playa, sabe que aún trato de evitar a ciertas personas en la calle (y nunca me las cruzo), sabe exactamente en que café tuve una cita o en que callejón terminamos agarrando. Y cuando menos lo espero, me hace esa clase de preguntas:

¿Por que no entras ahi? ¿Aún te da pena?

La arena se pone azul cuando anochece, como si la luna la pusiera triste. Tengo frío pero tuve que salir a comprar y aproveché para ver el mar. Vivir en la playa siempre me ha parecido muy romántico. Seguro fue idea de mi papá el vivir acá (aunque no lo parezca, él es mas romántico que mi mamá), y creo que algún dia yo también querré vivir en la playa. Pero no por las razones que ellos tuvieron: se mudaron a la playa cuando me tuvieron a mi. A mi me gusta porque su tranquilidad ordena mis ideas y me hace apreciar lo que tengo. Recuerdo haber venido hace unos años al malecón a tomar una cerveza con alguien y en vez de hablar sobre la universidad o sobre nuestras preocupaciones (como siempre lo hacíamos), escuchábamos las olas y respirábamos como si nunca lo hubiésemos hecho. Apreciamos mucho mas el valor de nuestra amistad. Días después ya nos estábamos acostando juntos pero la culpa no la tuvo la playa (la tuvimos nosotros que nos dejamos seducir por ella). Y creo que es porque las ciudades que tienen de todo, te interrogan constantemente, te invitan a buscar respuestas, si uno es lo suficientemente valiente (o irresponsable). No quiero imaginarme lo que hará conmigo una ciudad más grande. Estoy acostumbrado a los interrogatorios, no a los golpes. Lo único que se es que en todos lados hay frío y tentaciones.

¿A que le tienes miedo?

Se que lo importante son las decisiones y no las posibilidades (como dice J.K.Rowling), pero a veces uno hace idioteces. Talvez la única razón por la que no me he mudado aún de la ciudad donde vivo es porque tengo miedo de cometer mas errores. No estoy hablando de mis ex (una vez que se acabó, ya no pienso en ellos), lo que me entristece a veces es el fracaso y ésta ciudad me lo recuerda en cierto sentido. Sin embargo, en cuestión de experiencia le he sacado el jugo (cuál cajita cósmica/logo del blog), asi que no me arrepiento de ninguno de esos "fracasos". De todo se aprende: hay una canción de Alanis Morissette sobre eso.

Mi casa está muy silenciosa desde que mi hermana se mudó a Lima y mi otro perro pasó a mejor vida. Pero el silencio es agradable. Los inexplicables sonidos de la noche que me asustaban cuando estaba en el cole, ahora me acompañan. No se que haría sin ellos. Hoy me puse una pijama desde temprano y me preparé leche tibia para dormir más rápido. Me acerqué a mi balcón para sentir la brisa pero recordé las cosas que hice en el verano en esa misma posición y con quien las hice asi que me di media vuelta. Ya me estaba metiendo a la cama cuando la ciudad dejó de hacerme preguntas y éstas empezaron a llegar por mensajes de texto:

Habla, ¿estás en Chiclayo? ¿Vas a ir a la disco? ¿Quieres que compre condones?


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